Sea cual sea el tamaño de nuestra empresa, hay que destacar la importancia de disponer de un cuadro de mando para la gestión del negocio.
El cuadro de mando es una herramienta para la gestión del negocio. Debe reunir aquellas variables que consideramos estratégicas y sobre las que nos hemos marcado un objetivo a conseguir. Es importante que no tenga muchos elementos y que estos sean de todos los ámbitos de la gestión del negocio. Implica que deberá incorporar variables económicas, financieras, comerciales y de marketing.
Estas variables son magnitudes que nos ayudan a la hora de tener una visión rápida de cómo evoluciona nuestro negocio, si se están cumpliendo los objetivos que nos hemos marcado y dónde y cómo son las desviaciones sobre esos objetivos.
La aportación de la cuenta de resultados al cuadro de mando debería ser al menos, la siguiente:
RESULTADO.- El resultado final del ejercicio o beneficio neto será la diferencia entre los ingresos del ejercicio y la suma de todos los gastos incurridos durante ese mismo período de tiempo. Es la cantidad a partir de la cual dotaremos las reservas capitalizando así nuestra empresa y/o repartiremos dividendos entre la masa social propietaria de la empresa. Aun siendo un indicador importante, por sí solo resulta insuficiente para medir la marcha del negocio, siendo imprescindible ponerlo en contexto con el resto de indicadores.
EBITDA.- El EBITDA es uno de los indicadores financieros más conocidos. Sus siglas significan, en inglés, (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation, and Amortization), es decir, ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización. Representa el beneficio bruto de explotación descontando los gastos financieros y las amortizaciones.
El EBITDA, no lo encontramos explícitamente en la cuenta de resultados pero es fácil deducirlo de ella. Es un indicador de la capacidad que tiene la empresa para generar beneficios en base a su actividad productiva y obviando el resto de factores como son el endeudamiento, la fiscalidad o las amortizaciones de las inversiones.
Su objetivo es mostrar el resultado “puro” de explotación de la empresa. Es evidentemente un dato sesgado ya que no recoge todos los elementos que influyen para la obtención del resultado, pero aporta por si solo una información de valor.
CASH-FLOW.- O flujo de caja es el indicador clave para conocer la capacidad de nuestro negocio de generar liquidez en un periodo determinado. De poco sirve obtener beneficios si no logramos que este genere a su vez tesorería suficiente para atender los pagos.
Evidentemente, si el saldo de este indicador es positivo significa que los cobros del período han sido superiores a los pagos, mientras que si el saldo es negativo los pagos han sido superiores a los cobros.
El flujo de caja, igual que sucede con el Ebitda, tampoco lo encontramos explícitamente en la cuenta de resultados sino que lo calcularemos sumando al resultado neto los importes dotados por amortizaciones y depreciaciones.
Uno de los motivos por los que es importante este indicador es por ser el que mide frente a terceros nuestra capacidad para devolución de deuda. Imprescindible conocerlo para la personas que realizan la gestión de riesgos en las entidades financieras.
MARGEN.-Imprescindible cuando la actividad de nuestro negocio es principalmente productiva o comercializadora.
Este indicador, a diferencia de los anteriores, se representa con un porcentaje. Su cálculo implica relacionar el precio de venta de nuestro producto con el coste directo de producirlo o adquirirlo en el caso de comercializadoras.
Debemos tener cuidado de no mezclar el ratio margen sobre compras con el de margen sobre ventas para no dar lugar a errores en el análisis. Independientemente de cuál de los dos utilicemos, lo importante es ser coherentes en su uso.
Su incidencia en el resultado final es clave y nos ayudará a anticipar la posibles desviaciones del resultado final.
Atender a estos 4 elementos te ayudará en la gestión del negocio y te ahorrará problemas permitiendo que te anticipes en la toma de decisiones.